A la publicidad le falta estrógeno



Este tema ya lo he discutido varias veces de manera informal con colegas, estudiantes de creatividad y amigos. Me pareció oportuno escribir al respecto.

Antes de comenzar necesito aclarar que este artículo no contiene una sola tilde de machismo; por el contrario, es un humilde intento de impulsar la equidad de género en nuestra profesión.


Todo se resume en una simple pregunta:

¿Por qué casi no hay mujeres trabajando en Creatividad?


Es verdad, las mujeres escasean en Creatividad. Es raro conocer una mujer y que te diga que trabaja de creativa. Es más, las directoras creativas son especímenes aún más raros, no solo en CR, sino en el mundo.

Y no es que no haya mujeres, de hecho las que hay y conozco en el gremio son muy buenas, pero por alguna razón son una evidente minoría. Podríamos afirmar que de cada diez creativos publicitarios, una a lo mucho dos son mujeres.


Cifras similares a las anteriores podrían aplicarse a otras áreas de la creatividad. Por ejemplo: escritoras famosas, pintoras, escultoras, hasta en la música; las mujeres que se destacan por lo general son intérpretes y/o cantantes, no tanto compositoras o músicas que tocan instrumentos. Nuevamente, no es que no hayan, es que son muy pocas. ¿No es esto extraño?


PREMISA BÁSICA: La creatividad es genérica y unisex. Ningún género es más creativo que el otro, todos somos seres humanos y como tales hemos sido dotados de las mismas facultades mentales.


Sin embargo, el hecho persiste.


Yo tengo una teoría al respecto. Está basada en mera observación, acumulada a lo largo de mi vida como hombre ferviente y orgullosamente heterosexual que creció rodeado de mujeres (mi mamá + tres hermanas: dos mayores gemelas y una menor).

Así que, bueno, aunque no a modo profesional, han sido 30 años de observación.
De cualquier forma, si consideran que estoy “
razonando fuera del recipiente”, por favor corríjanme.



MI TEORÍA


La igualdad de género no existe ni existirá. Por la simple razón de que fisiológicamente los hombres y las mujeres no somos iguales ni nos comportamos igual en sociedad. Tampoco esperamos ser tratados de la misma forma que el sexo opuesto. Un hombre no espera que una mujer le abra la puerta, le acomode la silla o le ayude a levantar cosas pesadas; al mismo tiempo, una mujer no espera que un hombre use vestidos, tacones o se maquille. Cualquiera tiene la libertad de hacerlo, pero no es lo que se espera o no es socialmente aceptable (aún).

Por otra parte, la
equidad de género sí existe y es factible de lograr pues radica en el trato diferenciado con apertura de oportunidades similares para ambos géneros. Por ejemplo: no se trata de poner a las mujeres a ¨volar pala¨ en una compañía de construcción; se trata de que si una mujer decide que quiere volar pala para ganarse la vida, la oportunidad debe existir y debe tener fácil acceso a ella.

Ahora, dedicarse a la creatividad no es lo mismo que trabajar en construcción, pero como principio es similar: la oportunidad existe para las mujeres, el acceso es el mismo que para los hombres. Aún así, la mayoría de las mujeres no parece considerar la Creatividad como una alternativa viable de carrera. ¿Por qué no?


A mi parecer, el meoño de asunto está en una cuestión de actitud y aptitudes más que de talento o creatividad. Aunado, el proceso de socialización bajo el que hemos sido criados tiene gran influencia también.


APTITUDES Y ACTITUD


La universidades gradúan generaciones de publicistas cada año. Irónicamente, casi siempre en las clases hay ligeramente más mujeres que hombres, o por lo menos, el conteo está equiparado. Conforme la carrera de Publicidad transcurre, los diferentes perfiles profesionales van aflorando: las chicas que son buenísimas en Medios, Estrategia, Mercadeo y Administración Publicitaria... los hombres que generalmente se tiran más al lado de Creatividad, Diseño, Fotografía, Producción, etc. Con sus excepciones en ambos casos, pero por lo general es así. Supongo que cada quien elige el perfil con el que se siente más cómodo, o en el que siente que se desempeña mejor.


SOCIALIZACIÓN


A todos nos criaron bajo esquemas de conducta, principios y valores similares; una especie de cánones de comportamiento social. Obviamente las bases de una sociedad machista están asentadas en este proceso, pues tanto a hombres como a mujeres nos enseñaron o impusieron nuestro supuesto rol en la vida, enfermo de daltonismo celeste y rosado.


Por desgracia para las mujeres el mundo como lo conocemos está hecho por y para hombres. El papel históricamente secundario de las mujeres en la construcción de una sociedad ha ido cambiando paulatinamente con el paso del tiempo, lentamente. Cada vez más mujeres se han ido dando el lugar que merecen en puestos de poder, desde luego, producto de una lucha constante en un camino lleno de obstáculos para conseguirlo.


Al parecer, las mujeres modernas, en su afán de romper paradigmas de género y continuar abriendo nuevos espacios femeninos en la sociedad, han establecido un estereotipo social para ¨la mujer profesional exitosa¨, que dicho sea de paso, se viste de traje ejecutivo con saco y pantalón (atuendo con connotaciones de poder tradicionalmente masculino).

Como consecuencia, existe la posibilidad real de que la mayoría de las mujeres asuma que la mejor forma de continuar el movimiento feminista liberal es ocupando un puesto que les brinde esa imagen estereotipada de poder. Por eso durante su carrera (Publicidad) tienden a perfilarse más como Ejecutivas que como Creativas, ya que es un puesto que las hace sentirse más ¨mujeres profesionales exitosas¨.



LA CREATIVIDAD REQUIERE DEDICACIÓN Y SACRIFICIO


Los creativos no trabajamos en horario de oficina, lo intentamos, pero nuestro cerebro e inspiración no vienen con un switch de encendido. Todo creativo publicitario sabe que hay que ¨palmarla¨, trabajar duro para crecer. Darle una y otra vez hasta la hora que sea.


A los hombres eso no nos importa en lo absoluto, por el contrario, hasta nos sirve para ocupar nuestra mente en otra cosa cuando tenemos problemas personales. A nosotros nos brinda estabilidad emocional nuestro trabajo, es nuestro refugio cuando tenemos problemas familiares o de pareja. Le dedicamos muchísimo esfuerzo y dedicación, de manera que terminamos siendo buenos en ello a punta de experiencia acumulada con horas, días, meses y años de trabajo duro.

Desafortunadamente, las mujeres funcionan diferente. A una mujer le brinda estabilidad emocional su familia y su relación de pareja, el trabajo es secundario.

Cuando una mujer tiene problemas en su casa, con sus hijos, hermanos, padres, esposo o novio... no puede pensar en otra cosa que no sea eso. Ella necesita saber que su vida personal está bien para poder despreocuparse y enfocarse en el trabajo.

Este insight tan sólido como las pirámides de Egipto, es motivo de las mayores frustraciones profesionales en las mujeres. Inherentemente cobra mayor relevancia cuando eres mujer, tienes problemas personales, no puedes pensar con claridad y
trabajas de creativa... justamente un puesto donde te pagan por pensar ¨en otras cosas¨.


Una ex novia -que por cierto es creativa publicitaria también- una vez me dijo que “las mujeres resultaban muy buenas para la creatividad porque su condición de mujeres las ponía en una posición de ventaja frente a los creativos varones; ya que al estar más en contacto con sus emociones las habilitaba a pensar en ideas más emotivas y poderosas.¨ Yo le respondí que probablemente tenía razón; no obstante, los avisos, comerciales, películas y libros más emotivos en toda la historia de la humanidad los han escrito hombres. No supo qué decirme.


Yo creo que los hombres tenemos nuestro lado emotivo/femenino tan bien desarrollado como las mujeres, lo que pasa es que no expresamos nuestras emociones de la misma forma. A lo mejor nuestro puesto de creativos (que nos obliga a pensar e inventar historias), nos sirve de excusa para dejar salir todo ese torrente de emociones que llevamos dentro. Lo hacemos y nos sentimos orgullosos, pero porque ¨es nuestro trabajo¨, en el cual invertimos muchísimo más tiempo y esfuerzo que las mujeres. Tal vez sea esa la razón por la que los hombres se han destacado más históricamente en puestos con perfiles creativos.


Como ven, no solo la fisiología o psicología influyen en el desempeño creativo de ambos géneros, el proceso de socialización juega un papel clave. Lo cual me lleva a una teoría complementaria:

Yo creo que
el factor de éxito o fracaso en el desempeño creativo de las mujeres también está en el nivel de tolerancia al rechazo.

Si hay algo que un hombre promedio aprende bien, es a ser rechazado o aceptado por las mujeres. Esto forja nuestro carácter y nuestro instinto sexual orientado a la seducción del sexo opuesto.

Los hombres pasamos toda la vida ¨pulseándola¨, intentándolo una y otra vez, siendo criticados y rechazados en incontables ocasiones, pero aprendemos a soportarlo y a sobreponernos rápidamente para volverlo a intentar.

Las mujeres no aprenden esto, ellas aprenden a rechazar o aceptar de acuerdo a su juicio personal. Están más acostumbradas y se sienten más cómodas recibiendo elogios que críticas, las cuales les resultan difíciles de tolerar. Por eso, cuando ellas crean algo, son más susceptibles y sobre-protectoras que los hombres, porque lo ven o interpretan como una extensión de sí mismas (como un hijo), el cual no quiere ni debe ser objeto de crítica.


Lo anterior concluye en que probablemente el trabajo de creativa resulta más difícil de sobrellevar para una mujer que para un hombre. A uno como creativo hombre le rechazan una campaña y no nos importa tanto, nos sobreponemos a la decepción rápido y empezamos a tirar nuevas ideas. Una mujer debe realizar una especie de ¨proceso de duelo¨ en el cual se bloquea y pierde valioso tiempo para sobreponerse. Esto lo sé porque me tocó en varias ocasiones con mi ex novia, hacer sesiones de ¨terapia y apoyo profesional¨ cuando le rechazaban las campañas.


UN APARTADO: Lo anterior es diferente con las diseñadoras o directoras de arte. Por cierto, muchas son buenísimas, pero la dinámica de su puesto es diferente. Generalmente su trabajo es pre-aprobado por el creativo o el director creativo antes de ser presentado al cliente, de manera que el rechazo experimentado por ellas es mínimo. Es el creativo el que al final presenta el trabajo, da la cara y recibe las críticas de frente.


Bueno, eso es. Una serie de posibles razones por las cuales el estrógeno escasea en nuestra línea de trabajo. Cualquier opinión, aporte (constructivo desde luego) o sugerencia es más que bienvenida.


Aprovecho para hacer un llamado a las mujeres. A mi en lo personal me gustaría muchísimo que más mujeres nos deleitaran con su talento, sus ideas y nos acompañaran en las largas jornadas laborales para hacerlas más interesantes. No solo el mismo ¨grupo de maes¨ hablando tonteras para que con suerte, alguna termine en la televisión.


Es una lástima, las mujeres deberían cuestionarse este tipo de cosas, hacer algo al respecto. No conformarse con su ¨traje de mujer exitosa¨ cuando el verdadero éxito y el rompimiento de esos paradigmas sociales está en ser feliz haciendo algo que les guste y les apasione.


Es también una lástima que sea yo quien escriba sobre este tema y no una mujer.


Saludos a todas y todos!



C@rlos



Un poquillo de brete


Sé que no he escrito nada desde hace semanas. Honestamente no he estado de ánimos para hacerlo. Sin embargo esta semana me llegó una orden de trabajo de esas conservadoras (iba a decir: ¨chafas¨) y decidí compartirla con ustedes. La orden consistía en desarrollar el texto con la historia de El Gallito Industrial pues estamos desarrollando la campaña interactiva para esa marca en conmemoración a sus 100 años y dicho contenido se requería para el website. Como toda historia de empresa consolidada, está llena de fechas y logros relevantes para "ellos", así que traté de darle una vuelta para que fuera algo más interesante de leer y que dejara alguna especie de impresión, especialmente en quienes hemos vivido toda nuestra vida con la marca. Ojalá les guste:

100 años pasan en un abrir y cerrar de ojos


Desperté en 1909 pero en lugar de abrir los ojos, abrí mis puertas. Mi nombre es Gallito, seguramente me conoces bien o por lo menos haz oído hablar de mi.

Mi papá se llamaba Raúl Odio Herrera, tenía apenas 17 años cuando nos presentaron cerca del costado oeste del Mercado Central en San José. También era contador de profesión aunque nunca ejerció como tal. Recuerdo que al conocerme me dijo al oído: “Algún día vas a ser muy grande, pero la gente te seguirá viendo como un chiquillo”.

Al principio nos costó mucho, recuerdo ver a papá y sus 2 empleados corriendo como locos cuando se descomponía el molinito de cacao o la tostadora de café. Con el paso del tiempo y mucho esfuerzo, más y más gente de la Capital nos visitaban regularmente; venían a comprarnos café y por supuesto a comer nuestros famosos pancitos de cacao.

Un día alguien trajo unos chocolates que se llamaban Menier, todo el mundo hablaba de ellos porque los hacían en Francia y eran muy ricos. Papá pensó que a lo mejor él podría fabricar unos parecidos para vender, entonces comenzó a experimentar.

Como les conté al principio, él era contador y no científico; mucho menos repostero o chocolatero, pero déjenme decirles que su falta de conocimiento y experiencia la conpensaba con determinación. Él decía: “cacao y azucar ya tengo, lo que me falta son los moldes”. Ni lerdo ni perezoso se puso detrás de unos y los consiguió; los sacó de una antigua fábrica que había cerrado hace años.

Hubieron muchos intentos fallidos: los chocolates sabían amargos o salían deformes con la manteca de cacao. Entonces papá se mandó a traer un libro desde Inglaterra para ver cómo lo hacían los europeos, y de hecho, aprendió!

Por fin en 1920, papá nos dio a probar el Milán, la dulce y deliciosa barrita de chocolate que todos conocemos. De ahí en adelante todo fue más sencillo. Empezamos a vender no solo chocolates y café, sino también abarrotes y otros artículos de primera necesidad. Crecimos mucho en las siguientes 2 décadas y la fábrica de chocolates ya no daba abasto. Ya para entonces fabricábamos nuestra propia azúcar y manteca de cacao. Hasta tuvimos que comprar maquinaria nueva más grande traída desde Alemania!

En un periódico de 1950 salió que la banca se había nacionalizado, entonces papá y mi hermano Óscar decidieron pedir un crédito para separar la fábrica de chocolates del almacén. Con esa plata me trasladaron hasta Guadalupe donde teníamos más espacio para crecer. La producción aumentó y a los Milán se les unieron la Tapita, luego vinieron los caramelos de leche, confites, pastillas de mentas y violetas, entre muchos otros. Por más de 20 años nos dedicamos no solo a producir dulces y chocolates sino también a exportarlos al resto de Centroamérica y luego a Europa para que cada vez más personas pudieran difrutarlos.

Un día en 1979, mi hermano me preguntó si quería salir en televisión. Le respondí que yo no sabía de esas cosas y me daba algo de pena pues recién me habían cambiado la cara por la roja redondeada que ya ustedes conocen. Luego me dijeron que yo no tenía que actuar nada, solo salir de frente y que un grupo famoso de la época llamado “Abracadabra” estaba preparando la música. Entonces acepté. Me llevaron a un estudio y escuché la canción; se llamaba “La cascada de chocolate”. Me encantó!

Después de eso todo el mundo me reconocía. ¡No lo podía creer! la gente me veía en la calle y sonreía. Yo les sonreía de vuelta; pero tuve que parar un momento en 1986 cuando papá falleció.

Nunca me había sentido más triste, sentí que perdí una gran parte de mí mismo. Entonces recordé que solo a través mío la memoria de papá seguiría viva; por eso agarré la gran sonrisa que lo caracterizaba, la puse en mi boca y la hice propia.

La gente me apoyó mucho dándome nuevas fuerzas para continuar. Hasta le pusieron mi nombre a una rotonda que construyeron frente a la planta y lo usan como punto de referencia. Incluso al día de hoy -que la rotonda no existe y la planta se trasladó de nuevo- lo siguen usando. No tienen idea de cuánto se los agradezco.

Este año cumplo 100 años, el Almacén cuenta ya con varias sucursales en el Gran Área Metropolitana y vendemos muchos artículos para fiestas. La nueva planta para la fabrica de dulces y chocolates es grandísima e increíble. Todo se mejoró muchísimo con la ayuda de unos amigos gringos llamados Kraft Foods (dicen que son los más grandes de por allá).

Hoy cierro los ojos y parece que fue ayer cuando solo existían las ganas de trabajar de papá. Los vuelvo a abrir, me veo al espejo y sigo viéndolo a él en mi cara como el fruto de su trabajo que soy.

Lo curioso del asunto es que después de tanto tiempo, papá tenía razón; me sigo sintiendo “como un chiquillo”.

OLOR A CAMPEÓN ( cuento publicitario )


Esto lo escribí hace rato y quería compartirlo... empezó como una idea para un comercial, pero resultaba imposible de producir, así que modifiqué y amplié la redacción para dejarlo simplemente como un cuento publicitario, ojalá les guste:





Y dice así...

Era temprano, me encontraba en la sala cuando llegaron. No me sorprendió la visita de la prensa pues estoy acostumbrado a este tipo de exposición. Muchas cámaras han capturado ya la sencillez de mi casa, en cuya decoración se destaca solamente el papel que recubre las paredes con un motivo anticuado y descolorido. Tras unos minutos de saludos, comentarios cordiales y demás muestras de protocolo, procedimos a comenzar la entrevista.

Nuevamente elegí sentarme frente la repisa que desde hace años, es el altar de mis múltiples logros deportivos. Yo sé que al comparar mi físico escueto con mi hogar inundado de trofeos, la gente se cuestiona si son míos o no; pero no me importa, yo sé que los gané y eso es suficiente. Lo único que me mortifica es que la mayoría de esas victorias trajeron consigo un enorme sin sabor acompañado de un vacío que poco a poco me ha ido robando la paz.

Justo en medio de este cuestionamiento, mi entrevistador interrumpió mi viaje mental con su primer comentario. Al cual respondí:

“Toda la vida he escuchado que lo importante no es ganar. Por eso yo quiero saber lo que es eso, competir.”

Al decir estas palabras vinieron a mi mente imágenes de mis primeras competencias. Como el día que gané el Campeonato Mundial de Pulsos contra Vladimir Starinov, el ruso. Recuerdo claramente lo lleno del anfiteatro; atestado de fanáticos que siguieron mi racha de victorias a través de las rondas eliminatorias.

Todos mis contrincantes fueron más grandes y corpulentos que yo; sin embargo, ninguno de ellos me amedrentó, ni si quiera Vladimir, cuya apariencia y complexión remitían a ser un hijo ilegítimo de la familia Schwarzenegger.

Le gané igual que los anteriores, fácil y rápido. Fue como si todas y cada una de estas moles musculosas se hubiera dejado ganar a propósito. Hasta el día de hoy no entiendo muy bien lo sucedido, solo noté una cosa extraña antes de comenzar; que cada uno de ellos olfateó algo que les generó una especie de reacción inmediata. Sus pupilas se dilataron, empezaron a sudar y su pulso les temblaba, como petrificados ante mi mera presencia.

El resonante chasquido de unos dedos me sacó de mi recuerdo. De nuevo mi entrevistador me notó distraído, por eso me preguntó si prefería continuar afuera en el jardín. La propuesta me pareció buena, pues así aprovecharía para regar las plantas y mostrarme ante la gente no como un dios del deporte, sino como lo que soy, una persona común y corriente.

No fue sino hasta ese día que me percaté de lo descuidado de mi jardín; algunas plantas empezaban a ponerse amarillas por falta de oxigenación en sus raíces. Esto porque no pude agujerar los trofeos en forma de copa donde las sembré (el oro es un material difícil de perforar).

Mis helechos están hermosos porque recién los compré; para colgarlos los até y clavé al techo con algunas de mis medallas olímpicas repetidas. A medio regar y con cámara en frente quise ampliar mi última respuesta, a la cual agregué:

“Al principio era divertido ganar en todo, pero con el tiempo se vuelve aburrido y te dan ganas de hacer otras cosas.”

A mi memoria vinieron flashbacks de victorias pasadas; como cuando atravesé de primero la meta en la Maratón de Rótterdam, al final caminaba solo por falta de corredores. Recuerdo que la cinta se estiró lentamente sin romperse, tuve que quitármela de encima. También mi pelea en Las Vegas por el título de peso pesado.

Otra vez noté el olfateo extraño en el otro pugilista, quien al sonar la campana se dedicó a corretear el ring en círculos tratando de evitarme. Para alguien del doble de mi tamaño, me pareció una actitud bastante cobarde. La siguiente pregunta de mi entrevista me obligó a contestar de inmediato.

¿Perder? No, a nadie le gusta perder. Incluso si me pusieran a elegir entre perder o competir, pues yo prefiero competir.”

Solo una vez recuerdo haber enfrentado el miedo de perder; en los Juegos Olímpicos de Verano hace 3 años. Los trajes de esgrima son incómodos y te provocan picazón, nunca había usado uno hasta esa fecha. La espada de mi adversario temblaba y se movía como la cola de un perro felíz de ver a su amo. Es probable que mi reputación tuviera algo que ver con eso.

Al enfrentarnos, solo tuve que estirar mi brazo para que mi espada alcanzara su pecho. Justo después de este primer y último punto, un líquido amarillento brotó por la pierna del traje de mi contrincante. Se retiró de inmediato. No entiendo cómo tanta gente se prepara durante meses para este tipo de contiendas y terminan haciendo el ridículo. A mi personalmente me empieza a hartar el hecho de inscribirme con la certeza de saber el resultado.

A petición de mi entrevistador, volvimos a la sala. Le pidió al camarógrafo algunas tomas de mis trofeos. Yo los acompaño para mostrarles el camino y colaborar en el proceso. Comenzamos por mi trofeo de Golf; no tengo fotos de mi victoria porque Tiger Woods se negó a salir conmigo después de perder por primera vez en su carrera profesional. Les mostré también mi foto en el podio de ganadores del Tour de Francia. Me hubiera gustado que Lans y su compañero de equipo hubieran subido a recoger el segundo y tercer premio, pero por alguna razón, no lo hicieron.

Mi entrevistador se mostró contento con el material recopilado, al final decidí agregar unas últimas palabras:

“No sé, yo no lo entiendo, porque yo nunca entreno ni nada. A lo mejor tengo que hacer algo diferente a lo que siempre hago para ver si acaso algún día, descubro lo que es competir.”

Con esas palabras concluí mi entrevista. Hace ya tres semanas de eso. Ahorita estoy en Wimbledon, otra vez. No me gusta el poco contraste entre mi piel pálida y el blanco de mi uniforme, pero me obligan a usarlo. Junto a mi casillero me dispongo a agarrar la raqueta y salir, solo me falta aplicarme mi crema para calentar y estaré listo.

Ojalá hoy logre competir; evadir la victoria o por lo menos demorarla. Solo quiero saber lo que se siente, aunque sea por un momento.





En tus zapatos




Este posteo será escaso en palabras pero abundante en relevancia. Lo que empezó como un simple ejercicio, terminó como una revelación. Nunca olvidaré aquel pequeño artículo de tan solo tres párrafos que normalmente escribiría en cinco minutos; pero que esa vez duré casi una hora.

En mi trabajo con regularidad me veo obligado a ponerme en el lugar mucha gente, esto con el fin de pensar y generar ideas que tengan un impacto en esas personas. Bueno, hoy intenté ponerme en el lugar de una persona discapacitada.

Hoy supe de verdad lo difícil que es su vida y lo mucho que les cuesta realizar las tareas más sencillas que nosotros mismos damos por sentado. Hoy mi nivel de respeto y admiración por estas personas se elevó exponencialmente. Justo hoy, me quité los zapatos y escribí este artículo con mis pies.

Ya no te amo, quiero otra agencia



¿Cuántas horas hombre (usualmente de muchos hombres y bien caros) invierten las agencias en propuestas de campaña para participar en un pitch? ¿Cuánto de todo ese trabajo es remunerado económicamente? ¿Cuántas de estas campañas generadas específicamente para un pitch llegan a ver la luz del día (o en su defecto, la pantalla del TV)? ¿Cuántas veces los clientes en un pitch se van más por la propuesta económica que por la creativa? ¿Cuántos clientes ven a la agencias como simples proveedores con un servicio caro y engorroso, cuando ellos solo quieren a alguien que les diseñe el brochurecito?

Muchas preguntas, lo sé y sus respectivas respuestas no son nada alentadoras para el gremio.

DATO CURIOSO. Hay cuentas que se van a pitch cada año -
casi-, podría decirse que son publicitariamente promiscuas, ya que han pasado por muchas agencias y no han logrado mantener una relación estable con ninguna de ellas. La típica expresión de cliente: “…haz tal cosa o me llevo la cuenta” es el equivalente a una amenaza de divorcio para un matrimonio (por lo civil desde luego y sin repartición de bienes).

Al final no es más que un mecanismo de presión y de sumisión del cual debemos liberarnos como la industria de profesionales que somos en un área específica de la Comunicación. Amenazar con llevarse la cuenta es la salida fácil de un cliente para ejercer poder y lidiar con los errores de la agencia, muchos de ellos originados por un mal brief enviado por ellos mismos.

Voy a detenerme para destacar particularmente la renuencia de muchos clientes a trabajar con brief, algunos ni siquiera saben llenarlos.


Estimados Clientes:

Por medio de la presente se les reitera que un email
no es un brief, tampoco lo es una llamada telefónica
o una conversación por Messenger.

Un brief es un documento diseñado específicamente
para la correcta solicitud de un proyecto publicitario;
el mismo debe ser redactado por ustedes y validado
en conjunto con la agencia.

Con las mayores muestras de respeto y consideración,

Industria Publicitaria Mundial


Disculpen, hay que ser justos. La responsabilidad es compartida:


Estimad@s Ejecutiv@s de Cuentas:

Favor acatar lo estipulado en el memo anterior dirigido

a los Clientes. Su implementación y vigencia será de gran

utilidad en la prevención de futuros malentendidos.

Suscribe atentamente,


Industria Publicitaria Mundial

cc. Respeto Profesional.


Pero todo esto es sólo una parte, la médula del problema está en que para la gente en general -no solo para los clientes- la Publicidad no es una profesión digna de respeto. Hay muchísimo talento en esta profesión que generalmente no recibe el reconocimiento que se merece, más que el que nos damos nosotros mismos en los festivales de creatividad. (ver posteo: El lado Oscuro de los Creativos).

La siguiente es una anécdota que me ocurrió hace unos meses. Su servidor fue a cortarse el pelo y como parte de esas conversaciones “light” que generalmente tienes mientras te prestan dicho servicio, la señora estilista me preguntó sobre mi profesión. Pude haberle dicho que trabajo de Director Creativo, pero la conversación se hubiera prolongado considerablemente y al mismo tiempo, hubiera perdido lo “light”. Le dije: “yo soy publicista; trabajo en una agencia de publicidad haciendo avisos de prensa, comerciales de TV, etc…” La señora me contestó:
¡Qué raro, yo nunca lo he visto a usted en la tele!

Es duro de admitir, pero en serio la gente cree que uno va a la universidad, estudia por años y saca un grado académico superior para poder ganarse el derecho de salir en TV con modelos y después irse de fiesta con ellas. No hay nada más depresivamente lejano de la realidad. Es un estigma con el que hemos vivido por décadas, mucho antes de que el CONESUP permitiera la enseñanza de Publicidad como carrera universitaria. Ni hablar de lo que piensa la gente de nosotros los creativos; digamos que mi mamá no lo entiende aún.

Sin embargo, algo muy cierto es que la publicidad y la creatividad para una marca son cosas que los clientes ni pueden, ni saben hacer ellos mismos desde sus puestos -por más alto el rango que sea-. Nuestro trabajo tiene un nivel de complejidad importante, no es sencillo y por eso nos contratan. Es más, si cualquiera pudiera hacer este trabajo habría más publicistas que inmigrantes en este país.

Probablemente el estigma es agravado por el hecho de que no tenemos un Colegio Profesional que nos ampare y nos acredite apropiadamente como profesionales. El que existe es para Periodistas, no para Comunicadores y en mi humilde opinión es un error. El INPUB y ASCAP velan por los intereses de la industria que básicamente son los intereses de los dueños de las agencias, pero ninguno tiene la autoridad para validarnos de manera individual profesional.

El asunto es que nadie le cuestiona un diagnóstico o una receta a un Médico (aunque siempre sea Acetaminofén), tampoco nadie le cuestiona los honorarios a un Abogado por redactar un contrato (o sea, cambiar los datos de la persona en un machote), pero de fijo todo el mundo cree que sabe de publicidad; opina y la cuestiona aunque su experiencia en el tema sea poca o nula. Obvia y especialmente los clientes caminan estos terrenos, aunque la mayoría no hayan tenido la formación apropiada para juzgar o evaluar una propuesta creativa de comunicación.

Irónicamente, donde menos hay publicistas o comunicadores es precisamente del lado del anunciante. Basta con leer los clasificados en el periódico y ver los requisitos para saber que los puestos de Gerente de Mercadeo en empresas generalmente son ocupados por administradores de empresas “con énfasis en mercadeo” recién salidos de la U.

Esto significa que en medio de sus clases de finanzas, estadística y contabilidad llevaron un par de cursos de mercadeo extras. Desafortunadamente, este tipo de formación los hace enfocarse ciegamente en productos con beneficios para el consumidor y no en marcas con valor para la gente. Como consecuencia, su criterio de evaluación publicitaria muta a una plantilla genérica condicionada a 3 rubros:

1) Claridad en la explicación del beneficio.

2) Apreciación del producto.

3) Tamaño del logo (megalomanía).


El resto se reduce a la capacidad de la idea y el diseño para “hacerles click” a partir de un juicio estrictamente personal aunque ellos no sean del target y la comunicación no vaya dirigida a ellos.

Pero no es su culpa, la dinámica de su carrera es así y en su trabajo poco a poco los van perfilando como una extensión administrativa del Departamento de Ventas. A grandes rasgos, en la U aprenden las famosas 4 P’s pero desde su puesto nunca llegan a especializarse en ninguna.

Cabe aclarar y recalcar que existen muchas excepciones a este estereotipo de cliente, pero la media va por ahí.

Para explicarlo de otra forma y resumida: Cuando presentas una idea para una campaña, mientras vas mostrando el aviso de prensa, el guión de radio y el storyboard de TV, el cliente obvia la idea y se va imaginando el flowchart de medios; con grandes ansias por saber el desenlace, o sea, la parte donde dice: Total de Inversión: $XXX.XXX.

Posiblemente creerán que he divagado un poco y me he alejado del tema principal de este artículo; pero no es así. Es necesario entender las diferencias esenciales entre cliente y agencia, así como en Terapia de Pareja un matrimonio que pretende divorciarse debe conocer e interiorizar sus diferencias para poder aprender a conciliar. Voy a concluir sugiriendo unos ejercicios:


EJERCICIO DE CONCILIACIÓN # 1

Agencia, no partas del supuesto que tu Cliente tiene tu mismo conocimiento y experiencia en el área de Comunicación y Publicidad. Si no es el caso, es tu responsabilidad sustentar esa carencia de formación y facilitarle capacitación que le ayude a comprender el papel de la Publicidad y la Creatividad dentro de la mezcla de mercadotecnia. Al mismo tiempo es importante mantenerlo actualizado sobre lo que sucede en nuestro quehacer laboral mundial; que conozca las iniciativas creativas que se han implementado con éxito en otros mercados para que su horizonte no se limite a lo que hacen sus competidores locales. Aclaro, no para replicar dichas iniciativas, sino para ampliar su visión de posibilidades para innovar.

Cliente, si no sabes, pregunta, no asumas que sabes por orgullo. Estamos de acuerdo: “el que paga manda”, pero el que manda no necesariamente sabe lo que hace.


EJERCICIO DE CONCILIACIÓN # 2

Cliente, no veas a tu agencia como un proveedor, sino como un asesor. Sácale provecho a su experiencia en un campo que tú no dominas. Ellos son un grupo de gente talentosa que pueden facilitarte tu trabajo y hacerte brillar en tu puesto si les permites que te guíen. No hay problema que no se pueda resolver discutiendo. Amenazar con cambiar de agencia o llevarte la cuenta de plano no eliminará el problema de comunicación, solo lo trasladará.


Agencias, bajémosle el tono al servilismo, propiciemos el diálogo y la negociación. Respetémonos nosotros primero como profesionales para después obtener el respeto de los demás. Actuemos como colegas y no como enemigos en un pitch, la competencia desleal es otro factor importante a considerar y es un problema que debe ser sometido a discusión y reglamentación. No es lo mismo flirtear y seducir una cuenta que ofrecerle sexo salvaje y desprotegido con 50% de descuento.


EJERCICIO DE CONCILIACIÓN # 3

Agencias, pongámosle un precio a los pitch. Tanto trabajo de tanta gente no se puede regalar. Si un pitch le costara a un Cliente unos $5.000 por cada agencia que decida invitar, lo pensaría dos veces antes de amenazar con llevarse la cuenta porque sus cupones se atrasaron.

Clientes, sorry!